Entrevista a la Dra. María Cristina Apella, Investigadora Principal del CONICET y Vicepresidenta de la Fundación InnovaT.
María Cristina Apella es licenciada y doctora en Ciencias Bioquímicas, con orientación en Bioquímica Clínica, por la Universidad Nacional de La Plata. Actualmente es Investigadora Principal ad honorem deCONICET, Coordinadora Alterna de la Junta de Calificación y Promoción de CONICET y Vicepresidenta de la Fundación Innova-T. En CONICET ha sido además miembro de la Comisión Consultiva ad hoc del Gran Área de Ciencias Agrarias, de la Ingeniería y Materiales, como así también miembro y coordinadora de Comisiones Asesoras Disciplinarias, Temas Estratégicos y Tecnología y Fortalecimiento en I+D+i. En la Universidad Nacional de Tucumán, por su parte, fue profesora titular y Secretaria de Posgrado y de Ciencia, Arte e Innovación Tecnológica.
Hace cuatro décadas que la Dra. Cristina Apella comenzó su carrera de investigadora en el Centro de Referencia para Lactobacilos (CERELA), unidad ejecutora del Centro Científico Tecnológico CONICET NOA Sur, especializada en el potencial uso de bacterias lácticas para el diseño de suplementos dietarios con diferentes finalidades en la salud humana y sanidad-nutrición aviar. Desde la Fundación InnovaT conversamos con ella, a propósito de su extensa y reconocida trayectoria en el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, que no solo dio lugar a numerosas investigaciones y publicaciones científicas, sino también a importantes desarrollos tecnológicos, patentes de invención y transferencias tecnológicas hacia el sector socioproductivo.
Innova-T: – Empecemos por el principio, ¿qué son las bacterias lácticas y cómo llegó usted a especializarse en esa línea de investigación?
María Cristina Apella: Las bacterias lácticas, nombre frecuentemente usado para denominar a las bacterias ácido lácticas, son microrganismos que se caracterizan por producción de ácido láctico como principal producto final de la degradación de glucosa. Constituyen un grupo diverso de microorganismos asociados con plantas, carnes y productos lácteos, aunque son más conocidas como cultivos iniciadores en fabricación de productos lácteos, como leche acidófila, yogur, suero de leche, quesos, embutidos, bebidas alcohólicas y encurtidos. Consecuentemente, desempeñan un rol preponderante en procesos de la cadena alimentaria, relacionado a sabor, olor, textura, propiedades terapéuticas y valor nutricional.
Ingresé a CERELA en el año ’84. Había culminado el Doctorado en Ciencias Bioquímicas, enfocado en la síntesis, propiedades estructurales y espectroscópicas de hidroxiapatita, componente de tejidos mineralizados (hueso, esmalte y dentina). En 1983 solicité el ingreso a la CIC de CONICET con lugar de trabajo en CERELA, bajo la dirección de los Dres. Enrique Baran (director de mi tesis doctoral) y Guillermo Oliver (cofundador y codirector del CERELA). El plan de trabajo se relacionaba con sistemas inorgánicos vinculados a la bioquímica del oxígeno, elegido como complemento del tema de tesis doctoral en curso de Silvia González. Esto marcó mi reencuentro con las bacterias lácticas, a las que había estudiado en asignaturas de mi carrera universitaria de grado.
Innova-T: – ¿Cuál fue su primera experiencia de vinculación tecnológica?
María Cristina Apella: Los médicos pediatras del Hospital de Niños de Tucumán plantearon al Dr. Oliver la elevada prevalencia de diarreas crónicas en infantes malnutridos o inmunodeprimidos con riesgo de mortalidad, una situación apremiante que anhelaban reducir o evitar. Estos profesionales tenían conocimiento que las bacterias lácticas podían ejercer efecto antipatógeno, especialmente frente a Escherichia coli, Shigella, Salmonella, por lo que entusiasmaron al Dr. Oliver a conducir este desafío. Los integrantes del Laboratorio de Ecofisiología Tecnológica, asumimos con vehemencia y enorme responsabilidad el objetivo planteado.
Las bacterias lácticas conforman la microbiota normal del intestino humano. Así, el primer paso fue aislarlas a partir de materia fecal de individuos sanos de Tucumán, incluyendo niños. Las personas voluntariamente acudían a CERELA a recibir instrucciones para toma de muestra, y cumplían, también con pulcritud, su desinteresada colaboración. Pudimos obtener alrededor de 200 aislamientos, fenotípicamente correlacionados al género Lactobacillus. Con ello comenzamos el estudio de las propiedades benéficas de estas bacterias. Básicamente orientamos nuestros esfuerzos hacia efecto antagónico frente a enteropatógenos, agentes etiológicos de diarrea. Con estos resultados, seleccionamos, identificamos e incorporamos en la Colección de Cultivos de CERELA dos cepas: Lactobacillus casei CRL 431 y Lactobacilus acidophilus CRL 730. Estos microorganismos constituyeron la base de la “leche bioterapéutica”. La etapa siguiente fue administrarla a infantes con diarrea internados en el Hospital de Niños. El diagrama de ingesta incluía períodos alternados de descanso para evitar alteraciones del sistema inmunológico. Además, recibieron este suplemento dietario, niños no hospitalizados atendidos en el Centro de Atención Primaria Dr. Ramón Carrillo (Yerba Buena-Tucumán) y/o en consultorios pediátricos. El efecto bioterapéutico de esta formulación fue alentador, con eliminación de la enfermedad en 4 días, incremento de peso y recuperación de ambos lactobacilos en las heces de los niños tratados.
Innova-T: – A partir de ahí, por lo tanto, sólo quedaba avanzar hacia la producción industrial, un camino clásico de transferencia tecnológica que, sin embargo, aún no había sido recorrido. ¿Cómo fue ese proceso?María Cristina Apella: La producción a escala industrial de la leche bioterapéutica requería participación de una empresa láctea. Así, mediante concurso público efectuado por CONICET, fue seleccionada SanCor. Corresponde resaltar que fue la única empresa interesada en un desarrollo tecnológico de carácter íntegramente nacional. En noviembre de 1988 CONICET firmó el primer Convenio Específico de Investigación y Desarrollo, cuyo objetivo fue desarrollar una tecnología de producción de leches fermentadas a escala industrial. La base fue el prototipo a escala de laboratorio desarrollado y estudiado en CERELA, que contenía L. casei CRL 431 y L. acidophilus CRL 730. Los investigadores involucrados en este convenio, cuyo representante técnico fue el Dr. Oliver, brindaron adiestramiento al personal de SanCor, relacionado al manejo de cultivos bacterianos, asesoramiento sobre medios de cultivo adecuados y control presencial en la planta industrial Sunchales, Castellanos-Santa Fe, para optimizar los procesos microbiológicos y el almacenamiento de los productos terminados. Para que el producto calificara como “probiótico”, era condición sine qua non la verificación de efectividad in vivo. Este estudio se llevó a cabo en el Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas, en Morón, provincia de Buenos Aires, y los resultados corroboraron la hipótesis planteada. El producto fue comercializado en 1995 como SanCor Bio y su innovación recibió varias menciones y premios, entre ellos el “Sial de Oro 1998”, un premio otorgado en París a los mejores productos alimenticios del mundo. El convenio fue excepcional, ya que fue el primer desarrollo tecnológico de la industria láctea nacional con el respaldo científico del CONICET. Con los años y la experiencia adquirida, los Convenios Específicos I+D fueron mejorados, pero nuestro laboratorio sigue consultando su esencia como modelo para renovaciones y/o nuevos acuerdos mixtos CONICET-Empresa.
Innova-T: – Después de esa experiencia inicial, el CERELA siguió suscribiendo convenios de transferencia tecnológica con el sector productivo, para el desarrollo de distintos tipos de suplementos probióticos, prebióticos y su combinación (sinbióticos). ¿Cuáles fueron para usted los más relevantes, en relación a los desafíos técnicos y a los resultados alcanzados?
María Cristina Apella: – El producto Sancor Bio, como corolario de nuevas investigaciones, se orientó hacia un suplemento sinbiótico: Sancor Bio + Fructanos Naturales. Sus ingredientes incluían L. casei CRL 431 (probiótico) y fructanos (prebióticos) y se comercializó desde 2006 hasta 2017. La experiencia con SanCor interesó a Chr. Hansen, una empresa global líder de biociencias con sede central en Dinamarca, que desarrolla soluciones naturales para alimentación y nutrición, farmacia y agricultura. El atractivo por nuestros desarrollos devino en un acuerdo de licencia exclusiva de la cepa probiótica Lactobacillus casei CRL 431 y el know-how vinculado, suscrito en 2011 entre SanCor, CONICET-CERELA y Chr. Hansen. Desde enero de 2023, por otra parte, está vigente un nuevo convenio que concede a Chr. Hansen la comercialización de la cepa en cualquier país del mundo, por sí misma y/o por sus afiliadas y subsidiarias. La ventaja respecto al convenio anterior es que tiene prerrogativa hacia nuestro país: la empresa debe proveer el producto con precio reducido al Estado para usos con fines sociales. Cabe destacar que L. casei 431 figura entre los mejores probióticos intestinales y es la más documentada del mundo.
Por otra parte, CERELA tiene muchas líneas de investigación que originaron transferencias tecnológicas. Entre ellas mencionaré:
Bioflora, una fórmula para restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal y tratar inflamaciones intestinales. Nuestro LEFT [Laboratorio de Ecofisiología Tecnológica] llevó a cabo todos los estudios microbiológicos y PROIMI [la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos] el escalado y secado de biomasa. BioSidus, tuvo a su cargo la comercialización desde 2002.
Yogurito Escolar, es un yogur adicionado con una cepa de la colección de CERELA, incluido a partir de 2008 en planes alimentarios de la provincia de Tucumán para beneficio de todos los niños escolares que lo consumen. Ante la demanda de nuevos alimentos probióticos, surgieron luego Biosec (2010), Chocolet (2012) y Queso Prrobiótico (2014). Los cuatro productos fueron incluidos en el Programa Social Provincial, cuya ejecución ocurría a través del Ministerio de Desarrollo Social de Tucumán. Como consecuencia de este exitoso programa, la Asociación de Productores de Leche de Tucumán (Aproleche), empresas privadas y CERELA, lanzaron en 2014 al mercado de la provincia la marca Ñulac, que cuenta con dos productos probióticos: yogur bebible y queso en barra. En enero de 2024, María Pía Taranto, que lidera el Programa Yogurito Escolar desde 2010, recibió el Premio Sanders por el Avance de la Ciencia Biótica, otorgado por la Junta Directiva de la Asociación Científica Internacional para Probióticos y Prebióticos.Bioqueso Ilolay, un queso probiótico con alta respuesta sobre el sistema inmune, desarrollado en 2004 en forma conjunta por la empresa láctea santafesina Sucesores de Alfredo Williner e investigadores del Instituto de Lactología Industrial y CERELA.
Innova-T: – ¿Cuál es en la actualidad el potencial del CERELA para continuar brindando oportunidades de innovación tecnológica al sector socioproductivo? ¿Qué líneas de investigación podrían seguir generando futuras vinculaciones tecnológicas?
María Cristina Apella: Actualmente, el Laboratorio de Ecofisiología Tecnológica está tramitando dos Convenios Específicos de I+D. Uno de ellos con un importante laboratorio de Capital Federal, cuyo objetivo es desarrollar un suplemento dietario probiótico que contiene una cepa de la colección de CERELA con aplicación en síndrome metabólico. Cabe aclarar que los investigadores involucrados son de otro equipo de investigación del mencionado laboratorio, excepto Adriana Perez Chaia. El otro convenio es con una empresa de la industria molinera de la provincia de Tucumán para producir y validar una fórmula probiótica multicepa para una avicultura sostenible. El objetivo consiste en la administración in ovo de un suplemento probiótico multicepa. El uso de dosis subterapéuticas de antibióticos promotores del crecimiento, para el control del desarrollo microbiano intestinal, prevenir enfermedades infecciosas y lograr el rápido crecimiento de las aves, está prohibido en muchos países, incluyendo Argentina. Nuestro grupo, dirigido actualmente por Adriana Pérez Chaia y yo, orienta investigaciones hacia el desarrollo de suplementos dietarios (probióticos multifuncionales, prebióticos y sinbióticos), con impacto en nutrición y sanidad aviar, como unaalternativa al uso de antibióticos. Previamente, se habían aislado en el LEFT numerosas cepas de bacterias lácticas y microorganismos relacionados a partir de aves sanas, las cuales fueron estudiadas exhaustivamente in vitro e in vivo, en bioterio o a campo. En el marco de la tesis doctoral de María Magdalena Fernández, se llevó a cabo en la mencionada empresa un ensayo a campo a mediana escala, consistente en la administración de un suplemento probiótico multicepa con el agregado de oligofructosa, desde la eclosión hasta la faena, con resultados muy alentadores. El convenio constituye un desafío para generar nuevas alternativas naturales, eficientes y rentables, para la cría de aves de corral, con impacto favorable sobre sanidad, nutrición y producción. Además, los resultados del trabajo de tesis doctoral de María de Lourdes Gultemirian respecto a modificaciones dietarias, infirieron mejorías del contenido mineral de productos avícolas, con injerencia en nutrición humana. Estas observaciones alentaron a la empresa a realizar un ensayo a campo para validar, en gallinas ponedoras, los mencionados efectos prebióticos, específicamente oligofructosa y melaza, que pensamos combinar con una bacteria láctica.
Finalmente, nos encontramos analizando la microencapsulación de cepas probióticas para protegerlas del estrés tecnológico e intestinal; buscamos garantizar supervivencia con incremento de efectividad. Enfrentaremos también el desarrollo de posbióticos y paraprobióticos. Los primeros son moléculas de dispar tipo, que pueden estar en el medio del cultivo y ejercer efectos benéficos en el hospedador humano o animal. Entre ellas, ácidos grasos de cadena corta, enzimas extracelulares, vitaminas, bacteriocinas, γ-aminobutírico, factores que promueven agregación, ácido linoleico conjugado y otros. En cuanto a los segundos, definidos como células microbianas enteras inactivadas, fragmentos celulares, moléculas expresadas en envolturas celulares y metabolitos intracelulares, siempre que tengan actividad benéfica in vivo para el hospedador. Los mismos abren nuevas posibilidades para diseño y uso de suplementos dietarios en la industria avícola argentina.
Innova-T: – Antes de concretar un nuevo convenio de transferencia tecnológica, este tipo de investigaciones desarrolladas por ustedes cuentan previamente con la colaboración de empresas productivas.María Cristina Apella: Ninguna empresa intentará un Convenio Específico de I+D si no existen resultados alentadores, obtenidos previamente. En nuestro caso llegamos a tramitarlo con la empresa local molinera por su disposición para colaborar en todo lo necesario para validar efectividad de los suplementos dietarios en pollos de engorde. Es un claro ejemplo de la importancia del sinergismo empresa/investigadores.
Innova-T: – En relación a tu experiencia y de cara al futuro, ¿cuál crees que son hoy los principales desafíos institucionales para poder concretar más vinculaciones tecnológicas y seguir generando innovaciones relacionadas con bacterias lácticas?
María Cristina Apella: Hay que animarse a enfrentar desafíos, debemos luchar y concretarlos. Existe potencial en muchos equipos de investigación y, desde cada laboratorio, tenemos que salir a buscar soluciones para la sociedad. El preconcepto de la comunidad científica, respecto a la imperiosa necesidad de publicar en revistas internacionales de impacto, debe ser reemplazado por el beneficio de solucionar los problemas acuciantes de nuestras actividades productivas. CONICET, desde hace algunos años, asimila paulatinamente la importancia de ofrecer soluciones a empresas públicas y privadas, con ciencia y tecnología. Es un proceso de cambio de paradigmas muy afianzados y, como tal, requiere adaptación y adecuación de parámetros de evaluación de sus investigadores. En este proceso de cambio, también deben adaptarse las empresas. Deben asimilar que los tiempos y los costos no pueden responder a sus exigencias. En general, persiguen transformaciones inmediatas y con rendimiento económico a corto plazo. Los empresarios accederán a innovaciones tecnológicas importantes, con impacto rentable, a condición de que muestren cautela e inviertan recursos necesarios para lograr productos de excelencia. Los organismos estatales involucrados en el sector productivo y las organizaciones que nuclean empresarios deben definir políticas de conexión entre investigadores y empresas, con actividades relacionadas a sus correspondientes experticias. El Dr. Guillermo Oliver siempre nos inculcó que debíamos trabajar para devolver a la comunidad su esfuerzo. Nuestra formación como docentes investigadores, en la Universidad pública y el CONICET, es el resultado de una sociedad desinteresada, cuyos aportes permitieron nuestros estudios y logros científicos. El objetivo científico debe buscar soluciones para el sistema socioproductivo y, con ello, lograr bienestar en nuestra comunidad.