Entrevista a la Dra. Paula Peyloubet, arquitecta, docente e investigadora principal de CONICET, especializada en el desarrollo de sistemas constructivos a partir de procesos de diseño y producción colaborativos.
Arquitecta, magister en desarrollo urbano y doctora en arquitectura, Paula Peyloubet es docente de posgrado en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Córdoba e investigadora principal del CONICET en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS). Desde allí, dirige el Programa de Investigación “Co-construcción del Conocimiento”, al que define como una propuesta “teórica, empírica y política”, basada en el reconocimiento de saberes diversos, para el desarrollo de sistemas constructivos prefabricados en madera regional y la promoción de procesos de diseño y producción solidarios y colaborativos.
La editorial Diseño acaba de publicar “La Leyenda. La Co-Construcción vive” (2024), un libro en el que Paula Peyloubet, junto a Santiago Ríos, Ana Laura Minari y Josefina Centeno, describen con mirada artística todos los proyectos de trabajo colaborativo que desarrollaron entre 2018 y 2023, junto a comunidades de Villa Paranacito y Concordia (Entre Ríos), Bariloche (Río Negro) y Lago Puelo (Chubut). Desde Fundación InnovaT conversamos con Paula Peyloubet sobre el largo camino recorrido y los desafíos futuros de una original línea de investigación que promete seguir generando valiosas vinculaciones tecnológicas.
— ¿Qué es la “tecnología co-construida” y cómo llegaste a especializarte en esa particular línea de investigación y desarrollo vinculada con la arquitectura?
— La “tecnología co-construida” es un concepto que fui forjando a partir de mi hacer investigativo durante muchos años. En mis comienzos, estaba fuertemente instalada la idea de que había actores “activos”, desarrolladores de tecnología, y actores “pasivos”, que sólo la recibían. Desde hace unos 15 años, la oportunidad de dirigir proyectos me permitió derivar las acciones hacia procesos colectivos, donde los desarrollos tecnológicos se llevaban a cabo en grupos cognitivos diversos, es decir, grupos de personas que, desde su posición y conocimiento, aportaban saberes-conocimientos arraigados en acervos productivos diferentes. Esta experiencia del hacer y pensar en conjunto, colectivamente, generó la idea que se transformó, poco a poco, en el concepto de “co-construcción”, como un proceso de construcción de conocimiento interactoral, que reconoce el saber-conocimiento de todas las personas que constituyen ese colectivo cognitivo, generando un espacio de aprendizajes y enseñanzas múltiples.
La “tecnología co-construida” se asienta, entonces, sobre el concepto de “co-construcción”, que es una metodología que se basa en el intercambio de conocimientos y experiencias de personas con diferentes perspectivas y habilidades, procurando trabajar juntos para crear soluciones nuevas. Supone un proceso de mucha creatividad, debido a las perspectivas plurales que atraviesan dicho proceso. Implica compartir recursos, lo que permite reducir costos y derivarlos hacia acciones prioritarias mejorando la cultura organizacional, ya que promueve un ambiente colaborativo y solidario en el que el valor de base es la complementariedad y no la competitividad. La tecnología co-construida supone una tríada conformada por “tecnología producto”, que se refiere al objeto técnico-artefacto resultado de un hacer colectivo; “tecnología proceso”, que se refiere al intercambio de conocimientos diversos que co-crean el producto; y “tecnología gestión”, que se refiere al espacio de toma de decisiones en el marco de acuerdos sucesivos que dan como resultado una representación que hace sentido al colectivo. Desde hace ya unos años, el concepto ha tenido su propio vuelo y ha comenzado a utilizarse en diversos ámbitos, generando un espacio conceptual interesante y enriquecedor.
— Esto quiere decir que no sólo se trata de un concepto teórico que orienta las investigaciones, sino sobre todo de una metodología y un campo de aplicación. ¿Cuál fue tu primera experiencia de vinculación tecnológica?
— La línea de investigación, desde que comencé mi camino como becaria y luego como investigadora, tuvo la preocupación de poner en valor al otro. Un rostro ajeno que debía ser incluido. La idea de inclusión socio productiva a través de transferencias no terminaba de satisfacer mis reflexiones. En este sentido es que comencé a transitar proyectos en territorios y junto a comunidades en todo el país, que me permitieron ir modelando mi investigación y que, al momento, ya tiene cierta madurez.
La primera experiencia que desató este camino crítico y propositivo de la co-construcción fue durante un proyecto de investigación financiado por el Estado Nacional a comienzos del 2000, al sur de la provincia de Entre Ríos. Experiencia que me permitió implicarme profundamente con el territorio, con la comunidad del lugar, reconocer sus saberes, aprender de todos ellos y refugiarme en la confianza y los afectos que surgieron de esas acciones productivas y cognitivas. Desperté a la pretendida verdad de darme cuenta que mi conocimiento era mucho más útil si podía amalgamarlo con el conocimiento de otros. Villa Paranacito, era ese lugar. 20 años después sigo unida a esa experiencia. Aquella propuesta construida de forma experimental, acción situada, hoy es una metodología que promueve una determinada manera de llevar a cabo procesos de desarrollo tecnológico, donde la condición indispensable es convidar tecnología- como un hecho de vice versa– en una comunidad productiva que está incluida cognitivamente. Ese rostro ajeno ahora es conocido porque hay una conciencia y valoración de su saber.
— A partir de allí, siguieron nuevas experiencias de vinculación ¿Cuáles fueron para vos las más relevantes, en relación a los desafíos y a los resultados alcanzados?
— A partir de esa primera experiencia que advirtió acerca del conocimiento plural, desde un colectivo cognitivo valioso, se fueron dando otras experiencias que permitieron madurar los procesos, los conceptos y los resultados. Los proyectos de co-construcción que le siguieron a Villa Paranacito en el año 2000, fueron los que después desarrollamos en Concordia en 2010, en Bariloche en 2013 y en Lago Puelo en 2021. Todos esos proyectos comenzaron un día-año y, en la actualidad, continúan caminando junto a nuestro equipo de investigación, en un espacio de intercambio que habilita el desarrollo y crecimientos de todas las instituciones y actores que participamos de ella. Y, lo que es más importante aún, las experiencias una detrás de otra se fueron integrando, conformando una institucionalidad a escala nacional que superó por mucho el espacio territorial local, generando la Red Federal Productiva Co-construir Hábitat, a partir de la cual se comparten contenidos, experiencias, expectativas, sentidos, decisiones y afectos.
— En relación a esas experiencias recorridas, ¿cuáles creés que son hoy los principales desafíos institucionales para poder concretar más vinculaciones tecnológicas y seguir generando innovaciones relacionadas al hábitat en general?
— El desafío inicial, desde mi punto de vista, debe ser epistemológico, generando un constructo argumentativo que proyecte una investigación situada y colectiva, es decir, con otros rostros. Luego de esta determinación epistémica, habrá que revisar la propuesta metodológica, que suponga ese contacto con comunidades y territorios. La vinculación tecnológica debe acompañar este acontecer. No puede convertirse en quien direccione el proyecto hacia una transferencia tecnológica. Eso sería pensar que los investigadores son esa elite de expertos que elaboran soluciones en sus laboratorios sin ningún contacto con el exterior, o lo que sería casi peor, investigadores que suponen el problema que otros tienen y desde allí fabrican las soluciones. Todas ellas dispuestas a hacer transferencias con buena voluntad, pero creo que así no debe suceder. No creo que deban ser los expertos que articulan actores o instituciones en función de ofertas y demandas. Es una visión que no acompaño y no creo creativa. Creo que los saberes se promueven en desarrollo con la expertise mixta y el colectivo de acervos cognitivos y productivos diversos. Las Unidades de Vinculación Tecnológica deben poder estar acompañando estas alianzas también como partes competentes desde el inicio, aportando su saber incondicional y tan necesario. Ese es el rol de honor que las UVTs deben tener para mí.
— Una dimensión no menor de este tipo de experiencias es la administración y rendición de los fondos recibidos. ¿Cuál fue tu experiencia con la Fundación InnovaT como Unidad de Vinculación Tecnológica?
— La administración de los fondos es un gran espacio de aprendizaje y renovación de ideas, de posibilidades y de creación. El financiamiento del Estado es indispensable para poder llevar a cabo cualquiera de nuestros proyectos desarrollados durante estos 20 años. Ese subsidio, aunque se inscribe en el marco de presupuestos iniciales, es una herramienta que condiciona el camino de las acciones y la ejecución exitosa del proyecto. Sólo quien comprende nuestros proyectos y su flexibilidad, radicada en oportunidades de contexto, puede acompañar el camino con el sentido que promueve la co-construcción. Comprender la vitalidad que acompaña nuestros proyectos hacia el éxito, supone tener una posición versátil e inteligente, supone tener sensibilidad y sentirse parte de esta epopeya. Personas con sabiduría administrativa e inteligencia emocional que colaboran con el resultado final y los logros.
En este sentido, debo decir que muchos de nuestros proyectos han sido acompañados en la administración por el equipo de InnovaT con profunda convicción y comprensión, con los cuidados indispensables para rendir con honor todo el dinero gastado, con la amabilidad y afecto de quienes se sienten parte importante de un recorrido que desarrolla nuestro país. La co-construcción ha sido honrada al tener al equipo de InnovaT junto a nosotros. Por eso, quiero aprovechar para dejar mi profundo reconocimiento y agradecimiento cariñoso a cada una de las compañeras y compañeros con quienes establecí contacto amable y superlativamente eficiente, por acompañarnos y cuidar la experiencia en este camino maravilloso de utopías cumplidas.