Entrevista a la Dra. Claudia Casalongué, bióloga de la Universidad Nacional de Mar del Plata, docente, investigadora de CONICET y co-fundadora de Unibaio.
Unibaio es una start-up argentina dedicada a la producción de nanocápsulas que mejoran la eficiencia de los agroquímicos convencionales. Combinando un enfoque de economía circular y la aplicación de nanotecnología, produce las nanocápsulas a partir de un polímero natural llamado quitosano que se extrae de las cáscaras de langostinos, un residuo de la actividad pesquera con alta disponibilidad en la Patagonia argentina que, hasta ahora, no ha sido lo suficientemente valorizado. Según los ensayos de la empresa, la adición de este biomaterial en la fórmula de agroquímicos permitiría reducir hasta en un 60% el uso de insecticidas y herbicidas, con el consecuente beneficio ambiental.
Nacida en Bolívar y criada en Bonifacio, partido de Guaminí, en el interior de la provincia de Buenos Aires, Claudia Casalongué estudió la licenciatura y el doctorado en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), donde además ejerció la docencia y desarrolló una extensa carrera de investigadora especializada en fisiología vegetal, con lugar de trabajo en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de la UNMdP y CONICET. Poco antes de jubilarse como investigadora Superior del CONICET, la Dra. Casalongué logró formalizar la creación de Unibaio, junto a sus colegas científicas Vera Alvarez, Florencia Salcedo y Daniela Caprile, y el economista experto en negocios Matias Figliozzi.
Sin embargo, la fundación de una start-up como Unibaio no es un camino sencillo. El nacimiento del proyecto se remonta al año 2010, cuando Claudia Casalongué, junto a Vera Álvarez (actual directora del CCT CONICET Mar del Plata y presidenta de la Fundación Argentina de Nanotecnología), recibieron fondos provenientes de la Agencia Nacional de I+D+i (convocatoria PICT Start-up), lo que les permitió optimizar la síntesis de quitosano a partir del residuo local, a partir de un convenio de I+D entre CONICET y una empresa local especializada en la producción de compuestos químicos.
Desde la Fundación Innovat y CONICET Mar del Plata conversamos con Claudia Casalongué, para que nos cuente cómo surgió esta importante experiencia de vinculación tecnológica, cuál es su situación actual y su proyección futura.
— ¿Cómo nació la idea original de crear una empresa de base tecnológica?
— La idea original del proyecto de Unibaio surgió en nuestro laboratorio del Instituto de Investigaciones Biológicas, en la Universidad de Mar del Plata, pero la tecnología en sí misma proviene del campo de las Ciencias de los Materiales. Esto fue una oportunidad que nos llevó a encontrarnos con Vera Álvarez, Ingeniera en Materiales, para generar las primeras evidencias sobre nuevos micro o nanomateriales, como elementos de protección de las plantas frente a estrés.
— Sin embargo, de aquella idea original a la creación efectiva de la start-up pasaron varios años. ¿Cómo fue ese proceso de conformación?
— La creación de nuestra startup surgió al final de un proceso de aceleración durante la pandemia, dado nuestro interés, desde el ámbito académico, junto a otras investigadoras que también son co-founders de Unibaio, como Vera Álvarez, Daniela Capile y Florencia Salcedo, de constituir una Empresa de Base Tecnológica. Formando parte de ese proceso de aceleración, interpretamos que nuestra fortaleza era el área científica-tecnológica, pero que nos faltaba un emprendedor de negocios como parte del equipo. Afortunadamente, al final de ese proceso nos encontramos con Matías Figliosi, nuestro actual CEO. Fue junto a él que pudimos efectivamente llevar adelante nuestra conformación y realidad de start-up. Una start-up que, al día de hoy, sigue creciendo y fortaleciéndose en sus objetivos de llegar a consolidar la transferencia de la ciencia que hicimos en el laboratorio, en el ámbito productivo y comercial, a nivel local y global.
— Supongo que ese largo camino recorrido no estuvo libre de dificultades…
— Desde el momento de constituirnos como startup, surgieron objetivos que se referían a nuestras propias especialidades, como por ejemplo la necesidad de madurar y robustecer la tecnología que habíamos concebido en nuestros grupos de investigación, pero también otros como la factibilidad de organizar la empresa desde el punto de vista comercial y financiero, es decir, acceder a recursos, inversores, identificar clientes, para proyectar la posibilidad de que el producto finalmente se fabrique y se venda o licencie a empresas globales de agroquímicos. Estos han sido algunos de los objetivos que, combinados con éxitos y dificultades, iniciamos hace unos años atrás y siguen siendo parte de nuestras metas actuales. Porque el proceso, si bien contempla plazos muy cortos y por eso se llama proceso de “aceleración”, compromete la autogestión de fondos, lo cual también está muy asociado a la confianza tecnológica que podemos dar.
— ¿Y en qué consiste esa confianza tecnológica?
— Para que esta tecnología pueda ser comercializada, requiere de instancias de resguardo de propiedad intelectual, lo cual es todo un desafío y un aprendizaje en sí mismo, además de la regulación del producto, porque Unibaio aspira a que sus productos estén regulados, tanto acá en Argentina como en Estados Unidos. La regulación por la agencia americana, por ejemplo, obliga a tener la disponibilidad del producto final, el mismo producto que luego se va a industrializar y vender, lo que supone la necesidad de priorizar la fabricación del producto, no desde el punto de vista comercial para poder venderlo, sino al menos para llegar a esa instancia de regulación que nos condiciona. Las dificultades que genera llegar a un proceso de certificación y de regulación en países como Estados Unidos no son menores. En la Unión Europea, las normativas para reducir las dosis de aplicación de los pesticidas convencionales son aún más rigurosas. Entonces, el punto de vista regulatorio y el compromiso de resguardar la propiedad intelectual son los hitos de mayor riesgo y dificultad para poder concretarlos exitosamente.
— ¿Cuáles son los principales resultados alcanzados hasta el momento y cómo se proyectan hacia el futuro?
— Uno de los objetivos de mayor impacto que Unibaio ha tenido en los últimos tiempos ha sido la posibilidad de profundizar acuerdos de colaboración en I+D con, por lo menos, siete de las diez empresas más importantes de agroquímicos del mundo, sumado a un portfolio de alrededor de 40 empresas, que incluyen tanto empresas nacionales como extranjeras, para llevar adelante acuerdos y pruebas pilotos a partir de los cuales se espera que se produzcan avances como para llegar a acuerdos comerciales en el mediano plazo. El hecho de que la industria de agroquímicos haya sido históricamente concentrada en este tipo de grandes empresas, ha representado un gran esfuerzo y aprendizaje para Unibaio, porque es realmente bastante difícil llegar a las instancias de decisión de estas compañías. Sin embargo, estamos en un momento muy oportuno porque, en general, actualmente tienden a sumarse a estos procesos de innovación abierta. A diferencia de lo que ocurría décadas atrás, cuando administraban y autogestionaban toda su innovación, en este momento se inspiran en estas ideas de las start-ups, que generalmente vienen desarrollándose desde las universidades o de los centros de investigación. En la actualidad Unibaio tiene que hacer todo lo posible para identificar a los inversores que acompañen el proceso. En ese sentido, quisiera destacar y agradecer el financiamiento de nuestros socios, especialmente del Fondo de Inversión de SF500 y de la aceleradora de biotecnologia IndieBio. Nuestro compromiso a mediano plazo es concretar un acuerdo comercial con alguna de las empresas de agroquímicos interesadas en co-formular sus nuevos productos con nuestra tecnología. Esto, por supuesto, sería una instancia de transición hasta objetivos comerciales de mayor ambición a largo plazo, como puede ser reconvertir a Unibaio en una empresa de mayor envergadura y alcance global.
— ¿Cuál es la diferencia entre el trabajo científico académico y la dinámica propia de una start-up?
— Aunque parezca fácil, el factor tiempo pone en riesgo muchas veces los aspectos de comunicación o de organización del grupo, porque los objetivos son muy dinámicos y, de alguna manera, también cambiantes. El trabajo en equipo requiere de ciertas habilidades que nos den confianza y armonía en la comunicación, exigirnos desde el punto de vista de la eficiencia y de la productividad, para entonces hacer posible algo que es propio de estas start-ups, que es el cumplimiento de los objetivos en el tiempo más corto posible. Esto es bastante diferente a lo que ocurre en un proyecto de investigación, cuando uno planea el objetivo y los resultados científicos que se esperan generalmente son de mediano y largo plazo. Aquí es todo lo contrario. Pese a que tratamos de identificar objetivos de mediano plazo, casi siempre las acciones son de urgencia y muy cambiantes. El equipo requiere de una inmediata adaptación para evitar desestabilizarse. Uno de los mayores logros de Unibaio ha sido, justamente, poder mantener un equipo de trabajo con mucha eficiencia técnica y gran armonía en su convivencia.
— ¿Qué importancia le das a la gestión pública para poder promover este tipo de vinculaciones tecnológicas?
— Reconocer y agradecer desde Unibaio el impacto y la necesidad de que haya un acompañamiento desde el sistema público, no sólo porque posibilita interactuar con científicos, becarios, investigadores, desde el punto de vista técnico, sino también por todo aquello que hace a la gestión de la constitución de la empresa y sus primeros pasos para iniciar, por ejemplo, la estrategia de protección de la propiedad intelectual y la formalización de convenios para que la idea incipiente que surge de la academia se pueda efectivizar en el campo productivo y comercial. Porque una idea que no tiene la confianza tecnológica necesaria puede recibir inversión, pero sin ese acompañamiento, y sin asegurarse ese proceso de transición, la probabilidad de éxito baja mucho. Es imprescindible el acompañamiento desde el sistema público a partir del cual, generalmente, surgen las ideas científicas.