Se trata de PoblAR, un proyecto impulsado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Los responsables del trabajo explican los objetivos médicos, antropológicos y sociales.
PoblAR constituye una iniciativa sin precedentes en la región. Es impulsada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y fueron invitadas varias instituciones que se dedican a la ciencia y la salud.
¿Su objetivo? Armar un banco de muestras humanas y datos asociados para analizar el patrimonio genético de los argentinos y argentinas, sus hábitos y su relación con el medioambiente. El estudio busca contribuir al campo de la medicina, pero también al de la antropología, la historia y la educación.
Rolando González-José ejerce como coordinador. Es doctor en Biología, especialista en Arqueología y Antropología biológica, investigador del Conicet y director del Centro Nacional Patagónico.
En diálogo con Clarín, cuenta que la idea original surgió en 2013, cuando la Gerencia de Vinculación Tecnológica del Conicet convocó a varios grupos de investigación que trabajaban datos que permitían el análisis fino de variantes genéticas y no genéticas, para conocer en profundidad numerosos aspectos -dolencias, enfermedades, rasgos, predisposiciones, estilos de vida- de distintos grupos poblacionales.
La necesidad de estos investigadores de contar con información de base sobre estas características de los habitantes de Argentina devino en la propuesta de implementar un sistema que sumara datos genéticos propios y produciera muestras abarcativas disponibles.
De izquierda a derecha: Ana Franchi, Andrea Llera, Mariana Berenstein, Rolando González-José y Diego Hurtado. Crédito: Conicet.
Primero comenzaron a formarse talleres y workshops de distintas especialidades, hasta que, en 2015, se oficializó el proyecto a nivel nacional. Durante varios años el programa no prosperó. Ahora se retomó decididamente, bajo la órbita de la Secretaría de Planeamiento y Políticas (a cargo del doctor Diego Hurtado), dependiente del Ministerio de Ciencia (encabezado por Roberto Salvarezza).
El plan es comenzar un paneo del país a través de seis nodos -NOA, NEA, AMBA, CABA, centro y Sur- y, a partir de una selección de casos representativos de cada región, conformar un genoma completo.
Las primeras muestras arrancarían durante el primer semestre de 2022, con un piso de cuatro a cinco mil voluntarios y voluntarias. En el proceso trabajarán personas de varias disciplinas y ciencias (sociólogos, químicos, antropólogos, biólogos moleculares, médicos); becarios e investigadores de mucha trayectoria; profesionales de apoyo; técnicos; personal administrativo; expertos en ciencias de la computación y en bioinformática.
“Quizás en el 2023 podamos enfocar el muestreo en alguna dolencia específica que sea de interés para la cartera de Salud. Los muestreos pueden ser reorientados continuamente, en función de objetivos. Por ejemplo, si queremos investigar la susceptibilidad de coronavirus, tendremos la capacidad de contactar a ex pacientes, ver cómo evolucionó la enfermedad en cada caso, examinar muestras de ADN. Es un concepto de plataforma permanente“, explica el doctor González-José.
Médicos con fronteras
Uno de los aspectos más interesantes del proyecto es su aporte a la medicina de precisión, que avanza en distintos países desarrollados. Andrea Llera es experta en este tema e integra el equipo de PoblAR. Se formó como doctora en la Universidad de Buenos Aires, con foco en la oncología, y se desempeña como investigadora del Conicet en el Instituto Leloir.
“La medicina de precisión se basa en adaptar el tratamiento para una enfermedad determinada a las características de cada sujeto, tanto con respecto a lo genético, como a lo que tiene que ver con su entorno, sus costumbres, cómo come, si hace ejercicio o no, etcétera. Todo eso conforma la identidad del individuo desde el punto de vista de la salud y, por ende, incide en el tratamiento y su respuesta”, resume.
Este método ya se utiliza en el país en áreas como la cardiología y la oncología. Sobre todo, para definir los tratamientos en los casos de tumores metastásicos, luego de estudiar genéticamente el tumor y considerar datos clínicos, patológicos y propios del paciente.
Llera explica que cada población es única. Argentina combina diferentes ascendencias. El acervo indoamericano -por ejemplo- no está lo suficientemente estudiado. “Lo primero que hay que hacer es una caracterización de esas variantes genéticas y cómo estas se van a incluir en la medicina de precisión”, aclara.
Wiphala: la insignia más conocida de los pueblos originarios del Abya Yala (América).
Comenta que los ingleses fueron los primeros en crear un biobanco, seguidos por Estados Unidos, así como otros lugares de Europa y Asia. “Hace bastante, estos países vienen generando datos que van a las bases internacionales y que acá también consumimos. Tenemos que adaptarlos a la realidad argentina. Hay, por ejemplo, estimaciones de riesgo de sufrir enfermedades que se extraen de muestras de poblaciones europeas. Estas estimaciones serían mucho más precisas si se hicieran con datos propios“, resume.
Desterrar un mito
Otro gran eje de PoblAR es desterrar el mito de la “Argentina blanca”. En otras palabras, derribar la noción de que una mayoría demográfica “descendió de los barcos”: primero durante el período de conquista y colonización; y luego con el aluvión migratorio, entre 1880 y 1914. Esta idea nació durante la consolidación del Estado nación argentino, a finales del siglo XIX, y todavía encuentra resabios.
Población afrodescendiente, a principios del siglo XX.
En Nuestra América, de 1903, el intelectual Carlos Octavio Bunge concluía que Argentina era mejor que el resto de América hispana por ser “menos mestiza”. Sus contemporáneos compartieron la idea de que la inmigración europea reemplazaría, de algún modo, las raíces originarias y la identidad afrodescendiente, invisibilizadas hasta el día de hoy.
“Desde la antropología y la genética sabemos hace tiempo que la imagen de una población nacional emparentada únicamente con Europa es sesgada y porteñocéntrica, y oculta la diversidad de nuestro país. Hay publicaciones clásicas del fallecido doctor Francisco Carnese, que ya en la década del ochenta marcaban que el paisaje genético argentino es tan diverso como el de cualquier país latinoamericano, a causa de su historia pre y poscolombina“, agrega el doctor González-José, quien piensa en el gran aporte educativo y cultural que puede significar el proyecto.
Inmigrantes europeos llegando a Argentina.
Innovación
La doctora en Ciencias Químicas y especialista en transferencia tecnológica Mariana Berenstein integra el proyecto desde sus inicios: primero como vicedirectora de Transferencia tecnológica del Conicet y ahora como parte de InnovaT. Esta institución enlaza el conocimiento científico y emprendedores con la sociedad. A su vez, facilita la integración entre organismos del sistema científico-tecnológico, el sector público y el área productiva. Su rol es clave para el desarrollo de PoblAR.
“Hay investigadores en distintos lugares del mundo a quienes les puede servir la información genómica y metagenómica que recolectemos. Por ejemplo, en aquellos países donde hay un gran porcentaje de población Latinoamericana, esta información y la evidencia genere pueden contribuir a tomar decisiones en materia de salud”, afirma Mariana con entusiasmo. Ella se encarga de la “gestión de la innovación”, que incluye la coordinación e interacción entre los diferentes actores, la definición de modelos, alianzas y convenios, entre otras tareas.
Está convencida de que el “mapa genético” pone a Argentina en el escenario del nuevo paradigma de medicina, y que evidencia las capacidades científicas y tecnológicas existentes a lo largo de todo el territorio. “La propuesta es emblemática, por ser multiinstitucional, interdisciplinaria y federal. Evidencia una sinergia del sistema científico y las necesidades locales“, concluye.
Fuente: clarin.com